Nuestra realidad nos impone retos que implican combinar el tiempo que en gran medida dedicamos al quehacer laboral e intercalarlo en ocasiones numerosas en la formación académica para ser competitivos y conjugar el sentido común y la intuición con los datos probados, actuando en el campo profesional en base al conocimiento de causa y en los estándares de la información que proporcionan –con valor universal–, los sistemas de enseñanza para aplicarlos en la práctica con la suma de la experiencia y la capacidad de adecuación de los conocimientos a los casos en particulares de la problemática diaria.
En México, el sistema educativo que promovió el Estado en las vivencias de los niños en sus primeros años, en las sendas décadas del Siglo XX, se constituyó de manera rígida; la educación básica se realizó únicamente a través de un esquema presencial de asistencia obligatoria a las aulas de clase frente a los maestros, quienes enseñaron materias elementales para formar con bases sólidas a los estudiantes, preparándolos para su escalada en el umbral de cada etapa por la que aún se transita: de la educación primaria a la secundaria; de la secundaria a la preparatoria o bachillerato; y, del bachillerato a la educación profesional y, desde luego a quienes se empeñan por lograr otros títulos, la educación para obtener posgrados mediante las maestrías y los doctorados.
Un propósito seguido con rigor por la estrategia gubernamental, es la erradicación del analfabetismo en la población mexicana y en esa tesitura, uno de los primeros sistemas que rompió el cartabón de la escuela tradicional en México, es la educación para los adultos, que se erigió con el decreto de creación del Instituto Nacional que expidió el presidente José López Portillo[1]. En el texto de ese instrumento legal que apareció publicado en el Diario Oficial de la Federación, se está a las consideraciones que vertió la Federación en su reconocimiento de un número importante de adultos connacionales que sin haber tenido oportunidad para acceder a la educación primaria y secundaria, o lograr la conclusión de esos niveles educativos, sesgaron sus recursos y herramientas para mejorar por sí mismos su calidad de vida.
Ante esa situación descrita en líneas que anteceden, nació el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos –INEA, por sus siglas en español–, como un órgano descentralizado encargado de los programas para la educación de los adultos, siendo garante de la relación con las políticas y programas del sector educativo.
Actualmente, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos ha diversificado sus esfuerzos por lograr propósitos más amplios alfabetizando e impulsando la conclusión de la educación primaria y secundaria, no solamente para adultos, sino también trabajando con jóvenes de 15 años en adelante apoyándolos a través de un modelo educativo que considera varios factores y que se ha bautizado con el nombre de “Modelo: Educación para la Vida y el Trabajo” (MEVyT), que ha decir del Instituto que lo diseñó y promueve, certificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura con el premio 2011 de Alfabetización, es:
1. “Diferente, porque versa en una primaria y secundaria con visión centrada en el aprendizaje y en la persona que aprende;
2. Modular, al contar con una estructura de módulos de aprendizaje;
3. Flexible y abierto, pues, respeta los tiempos, ritmos y espacios posibles del que aprende;
4. Pertinente, al adoptar contenidos, metodologías y actividades adecuadas a los adultos y jóvenes susceptibles del programa;
5. Potenciador, al rescatar saberes y experiencias personales y colectivas para construir otros aprendizajes y desarrollar habilidades, actitudes positivas y valores;
6. Diversificado, al conformarse por una variedad de temas de estudio optativos para los diferentes sectores de la población;
7. Actualizado, al desarrollarse, revisarse y mejorarse continuamente; e,
8. Integral, porque permite la vinculación entre niveles de la educación básica”[2].
Los esfuerzos por flexibilizar objetiva y eficazmente el sistema educativo presencial, sujeto a horas en aulas frente a preceptores en México, no sólo han permeado en el sector público, también lo han hecho en la educación impartida por la iniciativa privada y sus instituciones de educación universitaria. En las últimas dos décadas se ha conceptualizado un modelo que permite conjugar el tiempo con el estudio, valiéndose de la capacidad de las personas para ser autodidactas, bajo un nuevo esquema de orientación y formalización de los aspectos de aprendizaje, experiencia y vida de los mexicanos interesados en formarse académicamente; esa oferta que se ha desarrollado factiblemente con el tiempo, se respalda en herramientas tecnológicas que permiten a los usuarios adentrarse en abundancia de información y elementos de la más diversa ideología, cultura y sapiencia para desentrañar criterios teóricos y conclusiones personales para aplicarlos en la resolución de problemas prácticos.
En la actualidad, la educación a distancia se basa en fundamentos probados de calidad y confianza para acceder a una educación reconocida oficialmente y con validez para detentar títulos y patentes que expide el Estado y ejercer profesiones de la más alta estimación y requerimiento con resultados adecuados, en la misma o mejor proporción que versus los profesionistas del sistema rígido tradicional.
En mi opinión, el sistema a distancia es eficaz y se configura en una necesidad latente que no podríamos obviar porque responde a las necesidades de una importante número de la población que recurre a sus tamices para formarse y ser competitivos en un mercado laboral que exige formación y experiencia para sobresalir y acceder a las oportunidades que gestan condiciones para una vida digna.
Al respecto, el doctor en educación José Luis Pariente Fragoso comenta que “la educación a distancia es tema de estudio de interés creciente en los últimos tiempos, debido, entre otros factores, al crecimiento demográfico y a los cambios acelerados en la tecnología y el nuevo entorno internacional. Él afirma, que en ese lapso hemos pasado, en mayor o menor grado, de una educación tradicional, escolarizada, cerrada, de limitado acceso y por un período determinado, a una educación moderna, abierta, a distancia, sin restricciones de acceso que continua y para toda la vida, que trasciende a nuevas formas de enseñar y de aprender, formas que implican importantes cambios tanto para los estudiantes como para los docentes y, aún más, para el propio sistema educativo”[3].
Coincido plenamente y sin cortapisas con el doctor Pariente Fragoso en su opinión sobre la educación a distancia y en la perspectiva, que vislumbro en el ámbito de mi labor como servidor público en el Instituto Mexicano del Seguro Social, que es complejo por mérito de su misión y su naturaleza al ser un órgano público de participación tripartita con la convergencia de los tres sectores: gobierno, sindicatos y cámaras empresariales, aunado a su connotación de Órgano Fiscal Autónomo y garante de la seguridad social a través de la administración del Régimen de Jubilaciones y Pensiones y lo más importante cuidando de la salud de los mexicanos preventiva y restaurativamente, es de suyo, además contar con uno de los sindicatos nacionales de trabajadores más significativo e importante en México.
En efecto, el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, que posee un Comité Ejecutivo Nacional encabezado por su Secretario General y la cantidad de numerosos comités seccionales en las localidades de las entidades de la República, suma un intricando que se rige en sus relaciones laborales con el Instituto mediante el Contrato Colectivo de Trabajo que está conformado por 154 cláusulas. El Contrato asegura una importante plataforma para los trabajadores de base que les concede el acceso a plazas de confianza que implican una oportunidad de desarrollo en mando y dirección dentro de la gestación de los procesos fundamentales del Instituto. En esa inteligencia, el diseño institucional comprende dos plataformas de confianza, las catalogadas como Estatuto A y las Confianza B. Éstas últimas poseen un sistema de designación a partir de una convocatoria que precisa requisitos a los trabajadores de base para concurrir a la inscripción, que se presentan dos vertientes para conformar un binomio indisoluble: la escolaridad y la experiencia. En su defecto, no les es posible acceder y procede su rechazo con la negación del registro.
Incluso, las Confianzas B, se rigen por el Reglamento para la Calificación y Selección de Puestos de esa naturaleza e interviene como autoridad garante de su observancia un órgano colegiado denominado Subcomisión Mixta de Selección de Puestos de Confianzas “B”, integrada por la representación sindical y la institucional trabajando de consuno para lograr sus propósitos, siempre y cuando los participantes sujetos de calificación y designación cumplan a cabalidad con la formación académica y la experiencia institucional requeridas por el perfil del puesto en disputa.
Un ejemplo, sobre los componentes que forman al binomio, lo tenemos en la Convocatoria que en el Estado de Sinaloa se expidió para ocupar el puesto de Confianza “B” de Jefe de Servicio de Gineco-obstetricia, nivel N 51 Jefe Servicios UMH para el Hospital General de Zona número 3 ubicado en Mazatlán, Sinaloa. Puede divisarse en la red de internet[4]; en ella, los requisitos que deben ser acreditados con constancias oficiales en original para su cotejo y revisión, son: a. diploma o certificado de especialidad en ginecología-obstetricia; y, b. dos años como médico no familiar en servicios de Gineco-obstetricia.
Es claro ejemplo de la correlación directa entre la formación académica y el factor empírico con respuesta o acreditación efectivas en el desempeño eficaz de la práctica, que en suma dan la permisibilidad para incorporarse a la participación de la evaluación y selección del comportamiento laboral de los servidores públicos dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Desde luego, un área fundamental para el desarrollo de personal del Instituto Mexicano del Seguro Social o IMSS, es capacitación que tiene eco del centro a la periferia con sus oficinas presentes a nivel de las autoridades centrales y en las delegaciones del Instituto en las entidades federativas de la República Mexicana. En las jefaturas de oficina de capacitación se llevan a cabo talleres, cursos y diplomados enfocados a dotar de elementos tácticos y prácticos al personal médico y no médico del Instituto, con el propósito de acrecentar su intelecto, conocimientos y capacidades de réplica sobre el personal a su cargo y en perfectibilidad de los procesos sustantivos que desarrollan y efectúan con motivo de su responsabilidad en el cargo o comisión que desempeñen.
En gran medida, el diseño de la estrategia de capacitación interna y externa que se realiza en el Instituto, debe organizarse a través de un sistema flexible y abierto que permita que el personal desarrolle sus funciones en horarios contractuales y se capacite sin detrimento a los servicios fundamentales que presta el Seguro Social en pro de sus derechohabientes. Un gran reto que se afronta cotidianamente, ante los candados del Contrato Colectivo de Trabajo, pues, no es posible distraer a los trabajadores de base en horarios no laborables para integrarlos a los esfuerzos de la capacitación permanente.
El Contrato Colectivo de Trabajo, tratándose de capacitación interna que replican los trabajadores de base del área médica, considera un concepto que debe pagarse a los médicos que además de prestar sus servicios profesionales para atender al derecho-usuario de la red de las unidades médicas del IMSS, dan cursos a otros médicos para colocarlos en la mejor aptitud en las consultas y cirugías que todos los días se llevan a cabo en el Instituto, además de las que desempeñan los trabajadores que coadyuvan con los médicos en el manejo adecuado y ergonómico a favor de los pacientes. Un sistema que ha dado resultados probados y que nuevamente guarda estrecha relación con las nuevas plataformas de educación en México y en todo el orbe.
Ya entrando específicamente a la educación enmarcada con el concepto de la Andragogía, es menester afirma que se trata de la evolución más encumbrada de la educación a distancia y que es más abierta y universal que ninguna otra y, sin embargo, efectiva, encausada y debidamente controlada para dar resultados positivos y la permisibilidad para acreditarlos de manera formal y oficializada.
En la perspectiva que adquirí con el sistema de la Andragogía, me resulta sencillo afirmar que se trata de un mecanismo para potencializar la conducta humana en el crecimiento individual de las capacidades y habilidad intrínsecas del estudiante.
Fascinantes, cada una de las etapas que curse durante estos años que participe en la culminación de estudios de alto nivel con la regencia de la destacada Atlantic International University -Universidad Internacional Atlántica de Hawai-, porque tuve ocasión para ir acumulando créditos con en el más amplio espectro y libertad para gestionar dentro de las ciencias políticas una carrera basada en mis propósitos más cercanos e intereses, bajo la dirección de los preceptores universitarios del más alto nivel y calidad profesional.
Mis agradecimientos a la destacada Institución educativa que lleva por lema “A New Age for Distance Learning” y a mis preceptores y guías Edward y Silvia que me acompañaron largo tiempo en el sendero del aprendizaje y el crecimiento profesional bajo el arbitrio de la Andragogía. Tengo la convicción que continuará la Universidad Internacional Atlántica de Hawai, encumbrándose con la labor que desarrolla en apoyo a personas de todo el mundo que acuden a su oferta educativa en búsqueda de nuevas oportunidades de integración académica.
Éxito siempre.
[1] Diario Oficial de la Federación de fecha 31 de agosto de 1981.
[2] Página oficial de la conevyt.org.mx.
[3] Academia.uat.edu.mx/pariente/UAMCEYH/FED_UAMCEYH.htm
[4] En la página web: seccionales.sntss.org.mx